viernes, 11 de julio de 2014

SEÑOR OSVALDO, PRESTAMISTA

El Señor Osvaldo trataba de pasar desapercibido. Su fortuna y avaricia estaban escondidas. Alto, delgado, pelo poco abundante y desprolijo, entrado en años, vivía en una casa –nada ostentosa- de la pequeña ciudad. Todo aquel acorralado por las deudas conocía donde.
Viudo desde hace ya tanto tiempo que casi ni lo recordaba. Tenía si un regalo que le dejo en su vida aquella unión: una hija. Marta. Su relación con ella era fría y distante, pero cumplía el rol que la mayor parte de las mujeres desarrollaba a comienzos del siglo veinte. Más que una hija, era una sirvienta, ama de llaves, cocinera, etc etc etc. Su paso por la casa no se notaba.
Para el Señor Osvaldo, era una posesión más, de entre todas las que atesoraba. Todo guardaba. Todo podía convertirse en dinero. Todo tenía que tener un rédito.
Aquella primavera (creo que fue en el año 1905), el Señor Osvaldo se levanto por la mañana y fue a la cocina, esperando el desayuno que Marta solía preparar en todos y cada uno de los días de los últimos veinte años.
Pero la mesa estaba vacía.
El Señor Osvaldo, entonces, camino hasta la habitación donde ella dormía.
Pero no estaba. Es mas, la cama demostraba que no había dormido allí.
Volvió a la cocina y busco afanosamente algo para comer. No había nada. Comenzó a desesperarse. Seguramente no por la ausencia de su hija sino porque su estomago le pedía –egoísta- el rutinario desayuno.
Buscó, buscó y buscó. Marta no aparecía. Marta no apareció.
Los días fueron pasando y la ausencia se sentía cada vez más. No por la falta de su paso por las habitaciones (que el jamás había notado), sino por el desorden y la suciedad que comenzó a invadir toda la casa.
El Señor Osvaldo no desentonaba con ese lúgubre panorama. Sucio.
Oloroso. Hambriento. Desagradable. Despreciable.
Poco a poco, en la ventana de la habitación que Marta había dejado, en una pequeña maceta, comenzó a florecer tímidamente una rosa.

La primavera había llegado para ella.

Este cuento esta incluído en el material del libro “De aquí, de allá y de mi abuelo también (y va con yapa)”, editado en diciembre de 2011.

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