Para una de mis
debilidades: Cecilia
¿Soberbia racionalista o
pensamiento mágico?
¿Disputa ficticia o real?
Mi querida hija, la
decisión siempre es tuya.
Sábado a las 9
de la mañana y todavía atorrando en la cama. El sábado se me ocurre como el día
más glorioso de la semana y en esto me permito la insolencia de discrepar con
Roberto Arlt. El decía que el fin de semana era aburrido y que el
sábado era, específicamente, triste. Se me ocurre que las visiones diferentes
tienen que ver con un qué, quién, cómo, dónde y cuándo, algo así como “el
hombre es él y su circunstancias” diría parafraseando a Ortega y Gasset; pero,
en líneas generales, se me presenta como el mejor día de la semana (¿será una
reminiscencia de aquello del “Sábado de Gloria” de la Semana Santa?). Para mí
el domingo es el tobogán que nos lleva a las profundidades, el lunes la remada
para salir del pozo, el martes el esfuerzo por flotar, el miércoles enfrentar
la ola, el jueves subirse a ella y el viernes –desde arriba- la esperanza de
llegar al sábado y así, en un continuo permanente…
Bueno, basta de
estupideces, dejo mis cavilaciones inútiles, me levanto y me pongo en
movimiento asumiendo la rutina mañanera de la higiene, el desayuno, la lectura
del diario “La Calle” y la revisión de los correos electrónicos. Siempre lo
hago antes de diagramar el día, porque de ellos puede surgir algo que altere
las actividades a realizar.
A ver, a ver…
Mucho para borrar, porque siempre aparecen un sinnúmero de correos basura y
otros con “cadenas”, algunas francamente insoportables. Debo confesar que –en
estos casos- me fijo quien lo envía y a partir de allí la importancia que le
doy.
Me llamó la
atención uno de mi amigo Raúl, docente al que siempre consideré con los pies en la tierra, un pensador, un hombre serio, se haya prendido
en esto. El correo, en “Asunto” decía “Diciembre de 2012. Suerte”. Abriéndolo
agregaba “Con mis mejores deseos de tu amigo Raúl.”
Intrigado, seguí
leyendo: “Este diciembre de 2012 se pueden acabar los problemas. Este año, Diciembre
tendrá 5 sábados, 5 domingos y 5 lunes. Esto sólo sucede cada 824 años. Los
chinos le han denominado el "Saco del dinero".
Enviá esto a todos tus
amigos y a tus enemigos también, según cuenta la leyenda de los chinos de Feng
Shui recibirás dinero dentro de 4 días. Si no lo compartes,
quedarás pobre. Yo en particular no voy a dejar pasar esta oportunidad y te lo
envío con el mejor de los deseos ¡suerte!”
Insisto, lo que me
pareció extraño es porque no condecía para nada con el perfil que tengo de mi
amigo. De todas maneras –pensé- lo veo luego en el vermú de las 11 y
seguramente nos matamos de risa del correo.
Seguí revisando todo,
planifique la mañana para poder llegar a la confitería Rys en tiempo y forma. Esa
es otra de las rutinas de los sábados por la mañana: el vermú de las 11 con los
amigos, mirando a la Plaza Ramírez desde nuestra mesa de la confitería. Un
momento para la charla, la risa, los cuentos y también las discusiones y las
polémicas.
Llegue temprano y me
encontré con la sorpresa de que Raúl ya estaba.
- ¿Viste lo que te
mandé? ¡Que bueno! ¿No? 824 años que esto no se daba y no sabes en que momento
me llegó, porque estamos pasando algunos problemitas económicos con la petisa y
cuando le comenté quedamos esperanzados en que algo apareciera para ayudarnos a
resolver la cuestión.
- ¿Raúl, no me digas que
creíste en esa pavada?
- ¿Pero Ciego, porque me
decís eso? ¿acaso no esta probada la sabiduría china en un montón de campos? En
oriente siempre estuvieron varios pasos mas adelantados que en occidente.
- Raul... Dejate de joder...
- ¿Y el horóscopo...? Alla tenian dinastías cuando
nosotros todavía no habíamos inventado ni el taparrabos...
- Raul...
- ¿Y la acupuntura?... ¿y la medicina china? Cuando a
la medicina tradicional se le queman los papeles ¿no acuden a la de ellos...?
- ...
- ¡Si la pólvora y hasta los tallarines los inventaron
ellos...! ¿Por qué en esto no podrían tener razón?
- Mi querido amigo, en
principio quiero agradecerte que lo hayas querido compartir conmigo; pero
hablemos claro, porque una cosa es la sabiduría china y otra cosa en la
estupidez de algún tarado al que se le ocurre inventar ese tipo de zonceras.
- Mas allá de que me
estés tratando, mínimamente, de ingenuo ¿Por qué no puedo creer?
- Mirá Raúl, para creer
hay que tener algún tipo de señal, de certeza, de certidumbre…
- ¿A sí? pero acaso ¿vos
no crees en los sueños?
- Si creo en los sueños
de aquellos que se imaginan un escenario mejor y trabajan generando las
condiciones para que ese escenario sea haga realidad, pero no en los sueños
mágicos. Con ese criterio deberíamos sentarnos debajo de un árbol –para
aguardar a la sombra, digo- y esperar a que se resuelvan los problemas solos,
mágicamente.
- Me estas robando una
ilusión.
- No te robo nada porque
no tenes nada, porque ni humo era en lo que creías.
- Me extraña tu falta de
sensibilidad, de fantasía, no sé como podes escribir cuentitos.
- Raúl, por favor, no es
falta de sensibilidad, es sentido común. Mira después que leí tu correo –aunque
te parezca mentira- imaginé esta escena que está ocurriendo y ¿viste como es
esto? Ante una fantasía siempre hay un jodido, un racionalista que busca a ver
si es cierto o no… y si… ese soy yo… embromado por naturaleza… ¿Qué necesidad
había? Ninguna. Pero tuve que buscar a ver si era cierto lo que decía el correo
de mi amigo Raúl, porque –te repito- pensé iba a ocurrir lo que está
ocurriendo ¿y sabes que averigüe?
- Dale, decilo, si te
morís por pincharme el globo…
-
No es así y vos lo sabes, dicen que algún pensador griego dijo “soy más
amigo de la verdad que de mis amigos” y es así, incluso por el bien de los
propios amigos. Si, investigue y comprobé que hace poco –en diciembre del 2007- hubo cinco sábados, domingos y
lunes… pero ahí no queda la cosa… cuando el fulano –en este caso, yo- es
complicado, persiste y se fija cinco años más atrás (en el 2002) y ¡Milagro...!
también es igual… lo que me hace deducir de que regularmente cada cantidad de X
años (hay que ver como juegan los bisiestos)… se da el mismo fenómeno y los de
los 824 años son un verso machazo.
A medida que iba
escuchando mi propio discurso destructor me iba entusiasmando cada vez más,
hasta que lo mire y entonces me di cuenta. Raúl, como un caracol parecía
comenzar a esconderse en su caparazón, se encogía en su silla, se envolvía y se
volvía más chiquito, se le opacaban los ojos. Cuando terminé, solo susurró:
-
Mirá que sos jodido
Ciego eh… mirá como me dejaste, completamente tirado, hecho mierda.
Me dio pena verlo así, acongojado y para
morigerar lo duro que había sido con él le dije:
-
Perdoname si soy duro,
pero no soporto a quienes se aprovechan de los demás. Ahora, podes creerme o
no, en definitiva yo soy una voz más, igual que el que te mandó el correo y por
otro lado la averiguación también la hice por Internet, así que puede estar
también inventado el que escribió lo que yo leí y no el que vos leíste, así que
pensá lo que quieras porque –en definitiva- no estas jodiendo a nadie.
Dio vuelta la cara y se quedo mirando hacia la
plaza, triste y pensativo. Me hizo sentir mal, pero lo que le dije era lo que
pensaba y que creía que era lo mejor para él. Por su actitud, me pareció que
había asimilado la racionalidad del mensaje y lo había convencido. Maltrecho,
hecho hilachas, cascoteado y vencido. Una victoria a lo Pirro, pensé. No
importa, el objetivo lo vale, lo hice aterrizar. El
silencio inundo la mesa y pasamos así varios minutos hasta que llegó Luis, otro
de los habitué de los vermú sabatinos.
Cuando lo vió, le ví brillar nuevamente los ojos, se reincorporó y antes
que el nuevo participante se ubicara en una silla le disparó, con una renovada
sonrisa:
-
¡Luisito Querido! ¿Cómo andas? ¿Viste lo que te mandé? ¡Que bueno! ¿No?
824 años que esto no se daba y no sabes en qué momento me llegó…
[1] Este cuento integra el
libro Antología “A Tiempo”, cuaderno de la SADE de la filial entrerriana del
Rio Uruguay, número 10, de Editorial UCU aparecido en mayo de 2014
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