En Memoria de don Julio Cesar Albizatti, maestro de periodistas
y a todos mis compañeros de la redacción del diario La Calle en la década del 70
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¡Rodo… Rodo…! Te llama don Julio por teléfono.
En aquellos momentos, una convocatoria de don Julio era un
llamado ineludible. Cuando recién comencé a trabajar en el diario La Calle, lo
hacía de manera discontinua; esto significaba que cuando alguno de los
redactores principales no estaba disponible, me llamaban.
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Rodolfo, te llamo porque viene El Funcionario y,
como está recién asumido, quiere hacer una entrevista de prensa. Vos sabes la
expectativa que hay y la importancia que tiene esto tanto para la ciudad, como
para él. Por eso necesito que vayas a cubrirla. Va a estar en la Municipalidad
a las 18 horas, deberías estar allí unos quince minutos antes y falta solo
media hora.
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Descuide, don Julio, paso por el diario a buscar
las cosas y voy para allá.
Vestirme adecuadamente e ir de casa al diario, lo más rápido
posible. Unas ocho cuadras casi al trote. En la vieja casona de Moreno y
Sarmiento levantaba la cámara fotográfica (con flash, incluido) que me colgaba
con una correa en bandolera de izquierda a derecha; mientras que –también en
bandolera- de derecha a izquierda me colocaba la batería, necesaria para el
funcionamiento del flash. A ese equipamiento, de por sí bastante pesado para
mis míseros sesenta y cinco kilos, le sumaba el anotador y dos biromes (así se
llamaban las lapiceras de entonces porque el sistema de escritura había sido
inventado por un hungaro-argentino llamado Biró). ¿Por qué dos? Por las dudas
de que alguna fallara.
Llegue al municipio con la lengua afuera, pero a tiempo.
Después de un respiro, comenzó la espera de El Funcionario
que, como toda persona que es (o se cree) importante, hace padecer a quienes
deben encontrarse con él.
Cuando, por fin se dispuso todo, acomodé mis elementos de
trabajo y comencé a sacar fotografías, no sin que antes me digan los remanidos
latiguillos “sacame este perfil, que salgo mejor” o “sacame lindo”. Acto
seguido me apronté para desarrollar mi cuestionario.
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Señor Funcionario, ¿me podría dar una breve
descripción del estado de situación con el que se encontró al área que ahora
está a su cargo?
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Señor periodista la realización de las premisas
del programa que hemos puesto a disposición de la ciudadanía, nos obliga a un
exhaustivo análisis de las condiciones financieras y administrativas
existentes. Por otra parte y dados los condicionamientos actuales y su
complejidad, estamos llevando a cabo los
estudios pertinentes a cargo de especialistas que cumplen un rol fundamental en
las directivas para el desarrollo futuro. Asimismo el aumento constante en
cantidad y extensión de nuestra actividad exige la precisión y la determinación
del sistema de una participación comunitaria a la que aspiramos, sin embargo no
hemos de olvidar que la estructura actual obliga a que nuestra sociedad
apuntale la preparación y la realización de las actitudes de sus miembros hacia
los deberes que le son ineludibles.
Ante semejante andanada de expresiones vacías, pensé que –como
un popular actor de aquel entonces, Fidel Pintos- El Funcionario era un
sanatero de primera y solo atiné a mirar a quienes lo rodeaban, tratando de que
alguno intentara –al menos- pasar en limpio algo. Todos, sin excepción,
asentían visiblemente y le realizaban sonrisas a El Funcionario, como para que
se notara su identificación. Hasta parecían orgullosos de aquel mar de palabras
sin sentido. El, muy orondo, quedó esperando que continuara con el reportaje.
Tragué saliva, hice de tripas corazón y continué.
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¿Qué idea tiene en cuanto a lo que debería ser
su funcionamiento?
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De igual manera el nuevo modelo de actividad de
nuestras instituciones garantizan la participación de un grupo importante en la
formación de estas nuevas proposiciones. La práctica de la vida cotidiana
prueba que el desarrollo continuo de
distintas formas de actividad cumple deberes esenciales en la determinación de
las direcciones educativas en el sentido del progreso. No es indispensable
argumentar el peso y la significación de estos problemas ya que nuestra
actividad de información y propaganda facilita la creación del sistema de
formación de ciudadanos que se corresponden con las necesidades propias y
básicas de nuestra sociedad. Las experiencias ricas y diversas muestran que el
reforzamiento y desarrollo de las viejas estructuras obstaculiza la apreciación
de la importancia de las condiciones de las actividades apropiadas; por otro lado,
el afán de organización, pero sobre todo la consulta con los numerosos miembros
activos obstaculiza la apreciación de la importancia de las condiciones de las
actividades apropiadas y ese afán de organización, pero sobre todo el
reforzamiento y la evolución propia de las estructuras ofrece un aporte
interesante de verificación del modelo en desarrollo.
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¿Cuáles son las medidas más inmediatas que
llevará a cabo?
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Los superiores principios ideológicos,
condicionan que el inicio de la acción general de formación de las actitudes que
implica el proceso de reestructuración y modernización de las formas de acción.
Incluso bien pudiéramos atrevernos a sugerir que un relanzamiento especifico de
todos los sectores implicados habrá de significar un autentico y eficaz punto
de partida de las básicas premisas adoptadas. Es obvio señalar que la
superación de experiencias permite en todo caso explicitar las razones
fundamentales de toda una casuística de amplio espectro. Pero pecaríamos de
insinceros si soslayáramos que una aplicación indiscriminada de factores
confluyentes asegura en todo caso, un proceso muy sensible de inversión de los
elementos generadores. Eso sí, partiendo de una gradualidad asumida y
consensuada entre quienes tenemos estas responsabilidades.
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Señor Funcionario, ¿desearía agregar algo más?
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Sí, señor periodista, por último y como
definitivo elemento esclarecedor me parece fundamental añadir que el proceso
consensuado de una y otras aplicaciones concurrentes deriva de una indirecta
incidencia superadora de toda una serie de criterios ideológicamente
sistematizados en un frente común de actuación regeneradora.
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Señor Funcionario, Muchísimas gracias.
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Bueno, bueno, hacete una linda nota para hacerme
quedar bien…
Obviamente sin respuesta. Punto final y vuelta apresuradamente
a la redacción. El rollo a revelar y yo a tratar de armar la nota lo más rápido
posible porque me corría el horario de cierre y tenía que transformar al
grotesco borrador de sandeces garabateadas, vía la vieja y noble Lexicón 80, en
un relato interesante, claro y digerible, en función de la significación de la
importancia de El Funcionario.
Estaba en eso, cuando llegó don Julio.
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¿y Rodolfo, como le fue?
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Bien, don Julio, bien…
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¿Algún anuncio que valga la pena?
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Lo de siempre, don Julio, lo de siempre…
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¿algo interesante?
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Bla, bla, bla y bla
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Nada importante
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Nada
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¿nada importante?
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Nada
Mientras le respondía, titulaba la nota: “Trascendentes
declaraciones de El Funcionario en su visita a Concepción del Uruguay”.
Fue el momento en que
comencé a transformarme de periodista en escritor de cuentitos.
Este cuento forma parte del
libro “Para muestra basta un Cuentito” editado en enero de 2013
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