Hay
un dicho popular que afirma que “la función hace al órgano”, y pienso que (por
extensión) la misma expresión se puede aplicar a muchos seres humanos. No son
pocos los que se mimetizan con la función o la tarea que cumplen habitualmente.
A veces llegan a identificarse de tal manera que parecen convertirse en un
engranaje más del lugar en que prestan servicio. En este proceso también
influye la propia naturaleza de la organización donde el individuo actúe para que este fenómeno ocurra en menor o
mayor medida.
Los
muchachos de hoy desconocen las características de lo que fue el Servicio
Militar Obligatorio .
A comienzo de los años 70 me tocaba la conscripción,
que se denominaba popularmente como «colimba», palabra
que tiene su origen en tres actividades frecuentes en los conscriptos (corre,
limpia y barre).
De ella se trata esta historia.
Fui incorporado al Regimiento 7 de Infantería
“Coronel Conde” de la ciudad de La Plata, que tenía su asiento a solo tres cuadras
de la casa de mi infancia.
Estudiante
de Derecho, fui destinado al batallón de “aspirantes a oficiales de reserva”,
lugar donde habitualmente se reunía a los universitarios que eran incorporados.
El
comienzo y la aclimatación a esa vida no era tarea fácil por la rigidez de la
vida castrense. Ella tenía una lógica totalmente diferente a la que estábamos
acostumbrados. Sobre todo los que –de alguna manera- teníamos puestas todas
nuestras expectativa de vida en labores intelectuales.
En
lo que hace a mi experiencia, lo que más me llamó la atención durante los
primeros días, era la aparente “apertura” de los oficiales a cargo. Después me
dí cuenta de que aquello era una estratagema destinada a “conocernos”, con el
objetivo de ver la manera de ir incorporando en nosotros su propia lógica,
única e incuestionable.
Nos
reunían en un lugar de la cuadra para una de las habituales “charlas” de
“iniciación”. En esa oportunidad, el teniente Taquini tenía a su cargo la
misma. Era un oficial apenas mayor que
nosotros, alto, flaco pero fornido, su
cara mostraba facciones angulares, duras; y una piel color aceituna que no
sabría si era porque se había convertido en una parte más del uniforme verde
oliva o era el efecto de tanto tomar mate en sus largos ratos de ocio. Rígido,
estructurado, estricto, inflexible y formal al extremo.
Una
vez que nos tuvo acomodados, comenzó a pasearse frente a su auditorio,
pavoneándose y haciendo gala de sus charreteras. Caminaba en silencio y
mirándonos fijamente como buceando en el interior de cada uno para conocer el
contenido de nuestras mentes. Cuando creyó tener todo controlado y en
condiciones, con total ironía, dijo:
- Quiero
preguntarle a los soldaditos, aventajados estudiantes universitarios que
seguramente creen sabérselo todo ¿Qué es la Vida?
Allí se detuvo y comenzó a observarnos con
aire de superioridad.
Ante
semejante pregunta, se hizo un silencio general. Nadie sabía hacia donde se
dirigía la cosa y tampoco era cuestión de arriesgar nada.
El teniente volvió a la carga:
- ¿Que
pasa? ¿Nadie tiene idea de “Que es la Vida”?
El silencio se repitió como única
respuesta.
Entonces el oficial estalló:
- ¿Me
quieren decir qué clase de universitarios son ustedes? ¿veo que hay aquí
estudiantes de todas las disciplinas y en realidad son una manga de burros que
no tienen idea de las cosas realmente importantes?
Y
volvió, ahora muy amoscado y con los ojos que parecían escupir fuego a
gritarnos en forma amenazante:
- Por
última vez ¿Qué es la vida? Y si nadie contesta, van a empezar a conocer cuáles son los
castigos militares…
Entonces el chaqueño Tevez, estudiante de
física, con mucho temor, esbozó tímidamente:
- Mi
teniente, para mí la vida hace referencia a la duración de la cosas o a su
proceso de evolución…
- ¡Por
fin uno! Bien soldadito, ya era hora de que alguno se animara porque por un
momento pensé que estaba rodeado de mujercitas ¿y que mas? Porque eso es muy
poco ¿o los otros no saben nada?
Ricardo Salvatierra, estudiante de
biología, se arriesgó a avanzar algo más y agregó:
- La
vida se considera a la condición interna esencial que categoriza, tanto por sus
semejanzas como diferencias, a los seres vivos… es el estado intermedio entre
el nacimiento y la muerte…
- ¡Pero
qué complicado, soldadito...! pero vamos arrimando la bocha al mingo, acotó
Taquini. ¿y? ¿nada más?
El flaco Palimieri, estudiante de
medicina, se animó a ensayar:
-
Desde
el punto de vista médico se me ocurre definirla como
conjunto de funciones involuntarias nerviosas y hormonales que adecuan el medio
interno para que el organismo responda en las mejores circunstancias a las
condiciones del medio externo.
-
¡Que
tal el muchachito...! cuanto palabrerío…
inútil, vacío y sin sentido… pero estamos cada vez más lejos… les
repito, soldados ¿Qué es la Vida?
Allí
el Sapo Costanzo, estudiante de sicología, aventuró:
-
Desde
la perspectiva de la sicología, podría decir que la vida es un sentimiento
apreciativo por las interacciones del ego con el medio,
y, por reacción a dicho sentimiento, la lucha por sostener su homeostasis
en estado preferente…
Taquini lo interrumpió casi aullando:
-
¡De sicología
tenía que ser...! ¿Ud. sabe lo que está diciendo? Cuidado con esas palabras tan
raras que pueden terminar en cualquier cosa… a ver si se me hace terrorista…
vamos a lo sustancial… vamos a lo concreto vuelvo a preguntarles, pedazo de
tagarnas y por última vez: ¿Qué es la Vida?
Hugo Treboux, estudiante
avanzado de filosofía que venía escuchando atentamente el desarrollo del
interrogatorio, tomó la palabra:
-
Mire, mi teniente, este es un tema muy discutido a lo largo de toda la
historia y puede abordarse desde diferentes modos de conceptualización. Por
ejemplo Edmund Husserl lo hace desde el objetivismo; Platón, Descartes y
Scheller, desde la dualidad alma-cuerpo; Hartman, desde la fenomenología del
conocimiento y puedo mencionarle muchos, pero muchos más… entonces le pregunto,
mi teniente y con todo respeto ¿Qué es para Usted la Vida?
Ni lerdo ni perezoso, el teniente Taquini le respondió sonriendo
sobradoramente:
-
¡Ja! ¡Conmigo no, soldadito…! ¡Cómo no voy a saberlo! ¿No sabe acaso que
soy yo el que tiene todas las respuestas? ¿No sabe que soy yo el que tiene el
Manual de Instrucción Militar?
.Este cuento
forma parte del libro “Para muestra basta un Cuentito” editado en enero de 2013
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