jueves, 5 de junio de 2014

PERSIGUIENDO AL PAYADOR


A mi sobrino Nahuel

Como todos los sábados, cuando estoy en Concepción del Uruguay, la cita de las 11 de la mañana es una obligación. Confitería Rys, encuentro de amigos, charlas, discusiones y cuentos con el pretexto de un vermut.
-          Ciego, no te he visto en toda la semana ¿otra vez de viaje?
-          Si. Vos sabes que la Cooperativa se está expandiendo intentando crecer para sobrevivir y soy el responsable comercial, así que tengo que poner el hombro como nadie. El trabajo es duro, pero vale la pena. Estamos protegiendo la fuente de trabajo.
-          Más que poner el hombro, ponés el culo…  en el auto, digo… aportó risueño José.
-          No sabés la razón que tenés, le respondí, apoyando su broma.
-          Parecés cansado, reflexiona Julio.
-          La verdad es que cansa, pero –como decía el paisano- sarna con gusto no pica y a mí me gusta lo que hago.
-          Anda… dejate de joder… si vos viajas gratis y haces turismo a costa de la empresa… tirotea Eduardo, desde la otra punta de la mesa.
-          Te quiero ver a vos, sin sacar el culo del auto y cuando llegas a cada lugar tener que estar diez puntos para convencer a un vendedor que se sume a una empresa como la nuestra, del interior, desconocida, sin publicidad y sin ofrecer las mejores condiciones…
-          Dicho así, parece que solo a un estúpido podés convencer.
-          Fijate que no, que muchas veces solo con honestidad y diciendo las cosas como son, se convence a la gente…
-          ¿eso es lo que hacés?
-          Eso es lo que hago.
-          ¿Y de donde podes demostrar todo eso en un ratito?
-          Por el solo hecho de estar allí, de ir a buscarlo, de interesarte personalmente. Las grandes empresas hoy no suman gente, suman operadores. Para ellos cada vendedor es un número y jamás ven una cara. Entonces cuando aparece alguien que viene a verlo, a conversar con él, que tiene nombre y apellido, que le da una tarjeta donde figura hasta el teléfono particular, se sorprenden y no son pocos los que se suman.
-          De todas maneras, insiste Eduardo, no harás turismo pero recorres el país entero.
-          Eso sí, pero trabajando y no es lo mismo que hacerlo paseando.
-          ¿Pero podes conocer algo?
-          Durante el viaje y cuando me voy a dormir al hotel aprovecho para ir al centro de cualquier ciudad en la que esté, a recorrer un poco y tengo un objetivo. ¿les cuento algo?
-          Dale…
-          Durante años, si en el camino al hotel encontraba una disquería no dejaba de entrar y me ponía a revisar. Normalmente no voy solo, así que mi ocasional compañero me preguntaba si buscaba algo. Si, le respondía, las “Coplas del Payador Perseguido” de Atahualpa Yupanqui. Siempre me gustaron, pero jamás pude encontrarlas en CD. En el mejor de los casos, algún fragmento cantado por Cafrune y grabada en los años 70; pero el original completo de Yupanqui, no.
-          ¿Y… cual es el cuento? Apuró Luis.
-          Si ¿Qué paso? Remató Julio.
-           Que un día estando en Salta, ingreso a una disquería y me quedé petrificado. Allí, frente a mí, en un estante, estaba lo que tanto había buscado: “Las Coplas del Payador Perseguido” de Atahualpa Yupanqui, y quedaba un solo CD, bien en el fondo…
-          Supongo que lo manoteaste rápidamente, a ver si te lo sacaban del buche.
-          No al contrario, como dije, quedé petrificado. A tal punto que mi acompañante me preguntó que me pasaba. Cuando le conté de mi búsqueda de tanto tiempo y de que lo que lo que tenía enfrente le pondría fin para siempre… de que eso me hacía dudar sobre si tenía que hacerlo o no, porque terminaba  con una costumbre, con un hábito, con rutina de años y yo no estaba seguro de que quería realmente que fuera así…  él no pudo más que estallar de risa y me dijo “No seas boludo, agárralo, compralo y dejate de joder”.
-          ¿Lo compraste?
-          Lo compre.
-          Seguramente te hartaste de escucharlo…
-          No, si no lo escuché nunca…
-          Ah, pero vos sos más loco que una cabra…
-          Déjenme que termine de contarles. Cuando regresé a Uruguay, estaban de visita mi cuñada con sus hijos, mis sobrinos. Uno de ellos, Nahuel, toca la guitarra y canta. ¡No saben lo lindo que canta! Hermoso. Además le gustan los recitados… y… ¡No saben cómo recita...!
-          ¿Entonces?
-          Entonces se lo regalé.
-          ¿Y ahora?
-          ¿Ahora? Cada vez que viajo y me hospedo en algún pueblo, si encuentro una disquería, no dejo de entrar y me pongo a revisar… Si me preguntan si busco algo en especial, respondo que si, las “Coplas del Payador Perseguido” de Atahualpa Yupanqui…

Este cuento fue seleccionado e incorporado al proyecto  ROI (Recepción de Obras Inéditas) de la Editorial Dunken de Buenos Aires y luego incluído en la edición del libro "Letras del Face 2013-2014'' editado en mayo de 2014.

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