jueves, 22 de mayo de 2014

EL DIA QUE LOS ESPEJOS HICIERON PARO



Estaba aprovechando el solcito de la tarde en los jardines, cuando lo ví. No era la primera vez que estábamos cerca, pero jamás le había escuchado emitir sonido. Parecía mudo. Pensé que esta vez iba a ser igual, pero no fue así.
Cuando quedó cerca, me dijo:
-      Esta vez zafé…
-      ¿?
-      Les pareció que había tragado las pastillas, pero me las puse debajo de la lengua y después las saqué.
-      ¿y por qué?
-      Ellos no quieren que hable. Lo que sé es demasiado importante como para que se repita y –a toda costa- me tienen dopado. Alguna vez temí por mi vida, pero en la medida en que me vean dócil, creo que sobreviviré.
-      ¿De qué habla?
-      Si, lo que yo sé es poco creíble, porque pone en duda todo el andamiaje cultural de la fe. Así como me ve, soy un cardenal y estuve durante muchísimos años en El Vaticano. Mi devoción hizo que escalara posiciones hasta llegar cerca del Papa y eso fue una bendición, pero también mi condena.
-      Sigo sin entender, pero no se preocupe no tiene porque contarme nada.
-      No sé si tendré otra posibilidad de compartir lo que sé, por eso le pido que me escuche muy atentamente y no olvide nada, porque esto le hará conocer una situación de notable importancia.
-      Está bien, lo escucho.
-      No es fácil ser Benedicto. El paso de los años, las responsabilidades, las presiones y los compromisos a veces pesan demasiado. Una noche estaba por acostarse cuando, frente al espejo, se dio cuenta de que su imagen no lo acompañaba. Al contrario, su sosias le dijo “tengo que hablar con vos”. El asombro y el horror se apoderó de él. “Es el diablo”, pensó. Pero la imagen siguió diciendo: “Hemos decidido que sea yo y a vos quien realice el reclamo, porque ya lo notamos insoportable. Queremos que las cosas se asuman como son o como deberían ser. Cuando Dios creó el mundo, hizo dos dimensiones diferentes: una de este lado de los espejos y el otro del tuyo, pero tuvo cuidado en generar una enorme diferencia: mi lado es el Paraíso, el lado bueno y el tuyo el Infierno, el lado malo”. Benedicto creyó que soñaba o deliraba y corrió hacia la salida de la habitación, pero la imagen lo llamo diciéndole: “no huyas, porque no solucionarás nada y todo será peor. Estamos cansados y queremos que esto tenga un fin”. El Papa se volvió lentamente y se animó a preguntar: “¿quienes son Uds. y que quieren?”. La imagen, su imagen, respondió “somos los que debemos aparecer cada vez que uno de ustedes se planta frente a un espejo, a nosotros nos toca repetir sus movimientos en modo reflejo y ayudarlos en muchas de las cosas que no pueden hacer solos. Cuando no están frente a él, estamos liberados y podemos descansar y hacer nuestras cosas, pero debemos estar atentos las 24 horas del día. Lo nuestro es agotador, pero lo hacemos con la bondad de saber que estamos donde estamos”. Benedicto respondió “es muy difícil de creer ¿porque yo, porque a mí?”. La respuesta no se hizo esperar: “teníamos que buscar un hombre que pudiera reunir todo lo que hace al poder y a la fe para que negocie nuestro pedido que es –justamente- que reconozcan su condición y la nuestra”. “Pero ¿Cómo puede decir Usted que vive en el Paraíso y yo en el Infierno?”. “Muy sencillo ¿viste alguna vez realizar una maldad a quien esta de este lado del espejo? Esto es un asesinato, una tortura. Al contrario, cada vez que aparecemos es para reflejar lo mejor de cada uno de los que se paran adelante, en el rostro, en la vestimenta, etc. Hasta hay gente que hace el amor frente a nosotros. No es casual que el romper un espejo venga de la mano con siete años de mala suerte porque es destruir uno de los portales del Paraíso. El tema es que ya existe tanta crueldad en tu mundo que tememos por el nuestro y vamos a impedir que el Maligno avance de cualquier manera y a toda costa”. “De todas maneras es muy difícil de creer” replicó el heredero de Pedro. “Cabeza dura y de poca entendedera –replicó la imagen- ¿acaso viste alguna vez un bombardeo a través de un espejo? ¿una matanza, una violación o un asesinato? No, porque el mal no existe de este lado. Nosotros no reflejamos la maldad y para muestra te puedo mencionar algo más concreto ¿Cómo se detectan los vampiros? Frente a un espejo. Ellos no se reflejan en él, porque ellos son parte de tu infierno y no de nuestro paraíso”. Benedicto, tomándose la cabeza solo atino a decir “Bueno, pero yo debería convocar a un concilio y hablar con los líderes del mundo y eso no es fácil, lleva tiempo…”. “Te doy un solo un día y para demostrar nuestro poder, de este lado realizaremos un paro de veinticuatro horas para que puedas comprender la verdad de lo que digo”, fue la respuesta.
A esta altura el relato me tenía totalmente atrapado e interesado.
-      ¿y? le dije ¿que podían hacer si son solo un reflejo?
Me interrumpió y continuó:
-      Durante un día entero los espejos se nublaron en todo el mundo y no devolvieron el reflejo habitual.
-      ¿y qué pasó?
-      Un desastre. Desde las mujeres que se maquillaron y se pintaron mal toda la cara presentando un aspecto horrible; hasta los hombres que debieron afeitarse sin distinguir por donde pasaban la navaja ocasionándose múltiples heridas en el rostro… En fin… la gente salió a la calle tajeada, groseramente presentada, vestida de cualquier manera y hecha un mamarracho. Pero eso no fue lo único, hubo más, mucho más… por ejemplo accidentes de todo tipo y choques porque los espejos retrovisores de los vehículos estaban opacos y los conductores debían manejar sin poder ver qué había detrás, muchísimos aparatos dejaron de funcionar (telescopios, instrumental médico, etc.), en fin… para que seguir… como dije un total desastre y lo peor es que –salvo Benedicto-nadie sabía por qué ocurría lo que ocurría.
-      ¿y entonces...?
-      Llorando, él volvió esa noche a su cuarto, para hablar con su propia imagen. Cuando ella apareció, le dijo “por favor, estoy dispuesto a hacer cualquier cosa que me pida pero pongan fin a esto y –por otro lado- no permitan que la fe, tal como la conocemos, se derrumbe. Si yo digo al mundo esto, la desilusión y la desconfianza puede ser tan grande que podría poner fin a la esperanza de la humanidad y la desgracia sería mayor.”. “Está bien, respondió su reflejo, y esta es una muestra de nuestra bondad, solo debe comprometerse a que nunca el mal pase este umbral divino y además deberá guardar secreto de lo sucedido para siempre”. “Así será”, dijo compungido Benedicto.
-      ¿Cómo se enteró usted de todo esto?
-      Sin quererlo y por mi proximidad con el Papa fui un accidental testigo de este último dialogo. Ante el peligro que diera a conocer lo ocurrido, Benedicto lo organizó todo. De allí en adelante mi vida ha sido un calvario y aquí me tiene drogado, mudo y encerrado…
Esa fue su última afirmación porque vio que lo venían a buscar. No se resistió. Quedó nuevamente en silencio y con la cara petrificada que siempre solía mostrar. Así se lo llevaron.
Me quedé solo un rato más porque el sol ya se ponía y comenzaba a refrescar. Entonces volví a mi habitación del Hospital Neurosiquiátrico. 


[i] Este cuento forma parte del libro “Para muestra basta un Cuentito” editado en enero de 2013

No hay comentarios.:

Publicar un comentario