Fin de semana largo y salida de amigos. Especial para
ir de pesca. Siempre que podemos, lo hacemos. En realidad lo único que no me
gusta de las salidas a pescar es justamente pescar. Sí disfruto la vida de
campamento, el contacto con la naturaleza, el despertar y ver el sol desde la
entrada de una carpa.
Por eso creo que tenemos el grupo perfecto: tres
apasionados por los aparejos y yo, que sirvo de soporte armando el campamento,
cocinando y manteniendo todo en orden para esos momentos inolvidables a la noche,
cuando adorando el fuego con un vaso de vino en la mano y sin más tiempos que
los que impone el cuerpo, nos reímos contando cuentos e historias. Tal vez sea
una reminiscencia ancestral, pero amo esos instantes. Son gloriosos.
El lugar elegido no era muy solitario, pero parecía
perfecto. Alto, con buena sombra, cerca del río pero guarecido de posibles
vientos, con buen pasto y un sitio
especial para hacer un buen fogón.
El primer día era todo organización y cuando las horas
se fueron consumiendo, igual que el asado y el vino, apareció el descanso
reparador.
La consigna de mis amigos era implacable… a las cuatro
de la mañana, levantarse y comenzar la tarea; yo –en cambio- me quedaba un rato
más y después, en soledad, comenzaba a preparar todo para el regreso de los
pescadores.
Ni los escuché cuando salieron. Serían las siete
cuando me desperté. Me quedé un rato haciendo fiaca y luego salí de la carpa
para avivar lo que quedaba de las brasas de la noche.
Me sorprendió una densa niebla. En realidad es normal que
cuando a mayo le toca irse, las mañanas no ofrezcan la mejor visibilidad. Sobre
todo a la vera del río. Parece que al otoño le cuesta irse y cubre su retirada
entre penumbras.
Por un momento, por la situación, pensé en mis amigos que
en el pequeño bote estaban recorriendo una zona de islas cercanas y del riesgo
que corrían. Después me tranquilicé porque recordé que los celulares hoy tienen
soluciones para este tipo de problemas. Incluso, creo que alguno hasta posee un
GPS. Así que, me dije, está todo bajo control.
Si algo tengo que confesar es que disfruto de los
momentos como el que me aprestaba a vivir. Me encanta la soledad en contacto
con la naturaleza. Me gusta meditar. Mi mente recorre recuerdos, situaciones,
pensamientos; en esos momentos me acerco a Dios.
Junté ramas, avivé el fuego, busque la bolsa con
galletas taleras y preparé el jarro para el desayuno. No sé si hice un mal
movimiento, alguna mala fuerza o qué, pero –de pronto- sentí un dolor intenso
en el pecho y allí fue cuando la vi. En medio de la tupida niebla, una sombra. Si
bien no veía más que su contorno, parecía una mujer.
Me quedé sentado observándola, hasta que escuché su
voz.
-
Vine a buscarte, me dijo.
-
¿A mí?
-
Si a vos.
-
¿y para que me quiere a mí?
-
Pensé que eras inteligente, que te darías cuenta solo
y por eso te estoy hablando. ¿Me equivoque?
-
No me diga que Ud. es…
-
Sí, yo soy…
-
¿Me quiere decir que este es el final?
-
Si, para lo que conoces, sí.
-
Pero no puede ser… todavía tengo un montón de cosas
por hacer, tengo proyectos, ideas, posibilidades…
-
Pues te acordaste tarde, lo que no hiciste hasta
ahora, ya no podrá ser.
-
Pero, tengo cosas pendientes, por resolver…
-
Todo seguirá su curso, pero sin vos.
-
Quiere decir que…
-
Quiere decir que te acordaste tarde de todo eso, que
debiste haber realizado tus sueños mientras podías, que malgastaste mucho
tiempo de tu vida en pequeñeces o pavadas, dejando de lado lo que realmente te
importaba.
-
No puede ser, debo estar soñando.
-
No, no estás soñando y esto es muy cierto.
-
Espere, espere, alguna vez escuché o leí que hay
alguna posibilidad… ¿no podemos jugar esto a la suerte de algo?
-
¿A la suerte de qué? ¿Qué me podrías dar que yo ya no
tengo? Esas son fantasías… jamás me condiciono a nada.
-
Quiere decir que no puedo despedirme de nadie, ni
siquiera escribir algún mensaje para mi familia, para mis amigos…
-
No, José, lo que no hiciste, jamás lo harás…
-
¿Cómo José? Yo no me llamo José.
-
¡Puta madre, con esta niebla de mierda, me equivoqué
de carpa!
[i]
Cuento premiado
con Primera Mención en el Concurso de Cuentos Cortos organizado por SADE
Córdoba 2012 y seleccionado para
integrar la Antología Narrativa SADE
2012 de Córdoba.
Este cuento
esta incluído en el material del libro “¨Palabras” del Taller Literario de Susy
Quinteros, editado en mayo de 2013.
Este cuento forma parte de libro “Para muestra basta un
Cuentito”, de enero de 2013.
Este cuento integra la Antología Internacional 2013 del
V Encuentro Internacional de Escritores y V Encuentro Regional de Escritores
del Mercosur, organizado por SADE filial Gualeguaychú
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